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Cervantes y los dientes como piedras preciosas

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Publicado de en Odontología y literatura · 2 Septiembre 2009
La literatura y la odontología han tenido, tienen y -me animo a decir- tendrán, varios encuentros. Siento gusto y atracción por ambas cosas y quizás se deba a ello, y no a la casualidad, que haya tenido la dicha de asistir a algunas de esas citas.
 
Cervantes, Víctor Hugo, Miguel Hernández y otros autores han hecho referencia a los dientes, la sonrisa y demás objetos de estudio de la ciencia odontológica, a través de sus obras. Voy a detenerme en quienes he mencionado por ser los que, por uno u otro motivo, más me han conmovido.
 
Véase el siguiente pasaje de Don Quijote:
 
 
"...Pero dame acá la mano, y atiéntame con el dedo, y mira bien cuántos dientes y muelas me faltan deste lado derecho,  de la quijada alta; que allí siento el dolor.
 
Metió Sancho los dedos y,  estándole tentando,  le dijo:
 
-¿Cuántas muelas solía  vuestra merced tener en esta parte?
 
-Cuatro –respondió don Quijote-, fuera de la cordal, todas enteras y muy sanas.
 
-Mire vuestra merced bien lo que dice, señor –respondió Sancho.
 
-Digo cuatro, si no eran cinco –respondió don Quiijote -; porque en toda mi vida me han sacado diente ni muela de la boca, ni se me ha caído, ni comido de neguijón ni de reuma alguna.
 
-Pues en esta parte de abajo –dijo Sancho– no tiene vuestra merced más de dos muelas y media; y en la de arriba, ni media,  ni ninguna, que toda está rasa como la palma de la mano.
 
-¡Sin ventura yo! - dijo don Quijote, oyendo las tristes nuevas que su escudero le daba-; que más quisiera que me hubieran derribado un brazo, como no fuera el de la espada. Porque te hago saber Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante ...”
 
 
Aquí Cervantes lo dice todo. Ubica la valoración de un diente por encima de la de una piedra preciosa, e incluso llega a preferir la amputación de un brazo a la de una pieza dentaria. Si bien el autor  justifica su juicio haciendo referencia a la función de  molienda que poseen las piezas,  no es ésta la única tarea que tienen a cargo. Además, los dientes juegan un rol importantísimo en cuestiones fonéticas, estéticas y hasta sociales –nadie puede negar el poder de una bella sonrisa-.
 
Afortunadamente, desde el siglo de Cervantes hasta la actualidad, la odontología ha recorrido un largo camino de superación y búsqueda -no sin errores-, que hace que hoy cuente con recursos tecnológicos y terapéuticos inimaginables por aquel entonces.
 
Amalgamas, resinas estéticas, prótesis fijas o removibles, tratamientos de conducto, implantes, etc. Todas ellas son palabras con las cuales el lector podrá estar más o menos familiarizado, pero que describen, de algún modo, ese recorrido del que hablo.  
 
Gracias a estos aportes, muchos pacientes han podido conservar sus piezas dentarias y/o recuperar parte de la función y el confort perdidos devenidos de la ausencia de dientes. Tal vez no sea poco, pero hoy, cuatro siglos después de haber sido escrito el Quijote, las caries perduran y los implantes existen, sí, pero porque alguna vez los dientes se sacaron. Quizás se trate, entonces, de seguir andando para hacer camino (pero ese es otro autor). Hoy, nada de lo desarrollado, absolutamente nada de lo que los odontólogos utilizamos como terapeútica, supera la vigencia de lo que Cervantes pusiera en boca de su personaje hace tanto tiempo: aquellas palabras.



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